miércoles, 15 de junio de 2011

La declaración de los Derechos Humanos y su postulación de igualdad de todos los seres humanos ante las leyes es la base de una educación más humanitaria y humanizadora en la que puedan realizarse los valores de igualdad, libertad, justicia y solidaridad. Supone un sujeto reconocido en su identidad personal y en su cultura particular, partícipe del mundo racional con libertad, responsabilidad y convicción. Los mismos derechos dan la idea de universalidad y diferencia a la vez. La paradoja de que todos somos distintos y al mismo tiempo iguales por ser humanos constituye el andamiaje de una educación para la diversidad


La educación tendiente a "formar al ciudadano" no puede reducirse a la inculcación de determinados valores, representaciones, creencias, mitos, etc.

Una educación desde la perspectiva de los derechos humanos implica, entre otras cosas, problematizar la realidad, el reconocimiento de la diversidad cultural, el respeto al otro, el reconocimiento de la heterogeneidad, el aprendizaje de vincularse con las necesidades propias y las de los demás, conocer la pluralidad de realidades. El término diversidad remite justamente a la multiplicidad de la realidad

Para ello es necesario que si la escuela está decidida a dar respuesta a todos los niños que acuden a ella, no lo puede hacer desde concepciones ni desde prejuicios perversos sobre la diversidad sino desde la convicción de que ser diverso es un elemento de VALOR y un referente positivo para cambiar la escuela.



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